jueves, 19 de junio de 2008

El mundo se divide en fragmentos cada vez más pequeños,
se desintegra,
¿qué será de nosotros cuando el odio termine de levantar sus barreras?

Andaremos perdidos en la niebla,
ajenos al calor y la ternura,
desnudos de justicia y compasión,
seremos como hienas que sonríen en la noche,
como cuervos sacándonos los ojos,
la muerte es el resultado,
el amor la única salida
para huir del destino que ansioso nos aguarda.

2 comentarios:

Eduardo Flores dijo...

Desde mi pesar Ignacio, te digo que no encuentro dichas barreras pues, encuentro, en la historia y en la actualidad, mayores cantidades de odio que de amor. Casi me atrevería apuntarle a Plauto, que no sólo el hombre es lobo para el hombre, sino que lo es, para toda materia física sobre la faz de la Tierra, y esperemos a colonizar otros lugares del universo.

Sin embargo, tu canto, es de una utilidad imprescindible, para que cierto atisbo de esperanza se dibuje en lo más profundo de la neblina.

Un saludo,
Eduardo Flores.

Ignacio Lobo dijo...

ese es el problema, que las barreras del odio son cada vez más altas, y sus instrumentos cada vez más sofisticados.

Pero los nuestros, aunque más sencillos (o quizá por eso) saben llegar más profundo y arracarle a cada uno lo mejor de sí.

Todos somos Jeckyll y Hide, pero al final todos necesitamos sentirnos queridos, y esa es nuestra gran esperanza.