Aún queda una revolución pendiente. La del arte, la del sentimiento, la del contenido. He muerto tantas veces esperando verla a ella, tan imposible…Queda despojarnos de nuestro nombre, del pesado altar que aun sin querer todos reclamamos, devolver nuestro espíritu a la tierra, a la maternal esencia que todos llevamos dentro y que siempre nos afanamos en ocultar.
Nos queda pendiente aprender el abrazo, desechar la desidia, echar abajo los muros de lo “bueno” y lo “malo”. No alcanzaremos jamás satisfacción alguna hasta que no sintamos que nuestras puertas se abren para todos, hasta que la íntima esperanza de ser libres que todos albergamos despierte a la vida, a la comunión de todos los senderos que bajo el sol recorremos día a día, a veces cansados, otras decididos, pero siempre con un único anhelo: no sentirnos solos, sabernos comprendidos, amados, y respirar cada segundo esa dicha.
Queda una revolución pendiente, pero aún no hemos sabido defenderla.
1 comentario:
Me ha encantao tu reflexión, Ignacio, hay que ver lo bien que te ha sentado el cambio de aires, me has dejado cavilando, creo que esa revolución personal llegó tarde a España, como otras cosas, y que cada uno la libra a su manera y a su ritmo, los que logran captar su esencia y la necesidad de alcanzarla, voy a darle más vueltas al coco ... un abrazoooo
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